viernes, 7 de noviembre de 2008

4ta Ley "LA LEY DEL MENOR ESFUERZO"

4ta LEY
"LA LEY DEL MENOR ESFUERZO"


La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad...
con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor,
creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.

Un ser integral conoce sin viajar, ve sin mirar, y realiza sin hacer.

Lao-TSE


La cuarta ley espiritual del éxito es la ley del menor esfuerzo. Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no resisten¬cia. Por consiguiente, es el principio de la armo-nía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.

Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hier¬ba no tiene que hacer ningún esfuerzo para cre¬cer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuer¬zan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar so¬bre su eje; es su naturaleza girar a velocidad verti¬ginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titi¬lar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con fa¬cilidad y sin esfuerzo.

En la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India, este principio se conoce como econo¬mía de esfuerzo, o "hacer menos para lograr más". Al final, llegamos al estado en que sin hacer nada lo realizamos todo. Esto significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo al¬guno. Lo que conocemos normalmente como "mi¬lagros" son en realidad manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.

La inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin resistencia, espontáneamente. No es lineal; es intuitiva, holística y estimulante. Y cuando estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del conocimiento de nuestro verdadero yo, podemos utilizar la ley del menor esfuerzo.

Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es la ener¬gía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuan¬do tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía. Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gasta¬mos energía persiguiendo la ilusión de la felici¬dad, en lugar de disfrutar la felicidad del momen¬to. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal únicamente, cortamos el flujo de ener¬gía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza. Pero cuando nues¬tras actuaciones nacen del amor, no hay desper¬dicio de energía. Cuando nuestros actos brotan del amor, la energía se multiplica y se acumula - y el exceso de energía que recogemos y disfruta¬mos puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos, incluida la riqueza sin límites.

Podemos considerar el cuerpo como un apa¬rato para controlar la energía: puede generar, al-macenar y gastar energía. Si sabemos cómo gene¬rar, almacenar y gastar la energía de una manera eficiente, podemos crear cualquier cantidad de riqueza. Fijar nuestra atención en el ego consume la mayor parte de la energía. Cuando nuestro pun¬to interno de referencia es el ego, cuando busca¬mos poder y control sobre los demás, o la aproba¬ción del resto del mundo, desperdiciamos nuestra energía.

Sin embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear cualquier cosa que deseemos. Cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volve¬mos inmunes a la crítica y perdemos el temor a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para vi¬vir la abundancia y la evolución.

En El arte de soñar, don Juan le dice a Carlos Castañeda: "Gastamos la mayor parte de nuestra energía sosteniendo nuestra importancia... Si pu¬diéramos perder parte de esa importancia, nos sucederían dos cosas extraordinarias. Una, libe¬raríamos la energía que se mantiene atada alimen¬tando la idea ilusoria de nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para ... vis¬lumbrar la grandeza real del universo".


CÓMO APLICAR LA LEY DEL MENOR ESFUERZO


1) Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal como se presenten. Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No lucha¬ré contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa. Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran.

2) Habiendo aceptado las cosas como son, acep¬taré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos que percibo como proble¬mas. Sé que asumir la responsabilidad signi¬fica no culpar a nada ni a nadie de mi situa¬ción (y eso me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad dis¬frazada, y que esta actitud de alerta ante to¬das las oportunidades me permite transfor¬mar este momento en un beneficio mayor.

3) Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la ne¬cesidad de convencer o persuadir a los de¬más de que acepten mi punto de vista. Per¬maneceré abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.


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